La colorida verdad de White Lies  

La colorida verdad de White Lies  

Pepsi Center
Texto: Javier Cerón 
Fotos: Instagram @whiteliesofficial


Las luces se apagaron. Nuestros gritos de júbilo no podían faltar. Con la elegancia que aporta el negro y con la puntualidad que caracteriza a los ingleses, en medio de una cortina de confeti blanco, Harry McVeigh, Charles Cave y Jack Lawrence-Brown tomaron su lugar en el escenario para poner aún más eufóricos a quienes, anoche, 20 de septiembre, nos dimos cita en el Pepsi Center de la CDMX. 

Sonaron los primeros acordes de Death, rola que abre su álbum debut. Esto apenas comenzaba. La velada tenía buena pinta, ya que le siguieron Farewell to the fairground y There goes our love again, que nos pusieron a brincar y aplaudir a la audiencia en su mayoría conformada por jóvenes de entre 25 y 35 años y uno que otro cuarentón como yo. 

En su regreso a tierras aztecas, White Lies dejó en claro que su relación con México es de amor puro, porque en ningún momento dejamos de aplaudir, brincar, bailar y gritar. “¡A lo que te huela, Henry!”, exclamó por ahí una espontánea, en tanto ellos se notaban felices con la vibra que se sentía desde allá, en la oscuridad del recinto.  

De su más reciente producción discográfica, As I try not to fall apart, sonaron Am I really going to die, Step outside, Breakdown days, Trouble in America y I don’t want to go to Mars, las cuales fueron bien recibidas por el público; sin embargo, la banda nos tenía una grata sorpresa: interpretaron Mother tongue, Fifty on our foreheads y Swing, rolas que —en voz de ellos mismos— tenían años sin presentar en vivo.  

Las clásicas, y, por tanto, las más coreadas, no podían faltar. Getting even, Is my love enough
Unfinished business y Take it out on me fueron algunos de esos temas que evocaron la nostalgia de los albores de la banda, pero el punto álgido de esta gala llegó al final, cuando, como es costumbre de la gran mayoría de quienes ofrecen conciertos, Harry, Charles y Jack hicieron un primer intento por despedirse. Fue entonces cuando el “¡Oe, oe, oe, oe, White Lies, White Lies!” se escuchó para animar a la banda a regresar al escenario. Tales “palabras mágicas” no tardaron en surtir efecto, pues al cabo de tres minutos los londinenses tomaron sus instrumentos para ejecutar magistralmente Big TV (una de mis favoritas, lo confieso),  
To lose my life y, por último, Bigger than us, con la que se retiraron al igual que como llegaron: en medio de una cortina de confeti blanco, entre aplausos, gritos y silbidos, como señal de agradecimiento por habernos hecho pasar una noche épica y constatar que las mentiras blancas, siempre son las mejores. 

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Un comentario en «La colorida verdad de White Lies  »

  1. Excelente crónica, tanto que le pedí a Alexa, con mi mejor pronunciación, me complaciera con la música de esta “banda”, como dicen los mucho más jóvenes que yo, y jamás la había escuchado y me gustó. Felicidades chicos por su evento.

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