La noche Post Malone 

La noche Post Malone 

Jesús Vicente García 
Fotos: José Luis Rosales 

Y se hizo la luz, destellos y humo emergieron de las profundidades de la ciudad, contrastando con la oscuridad del cielo, con colores que iban del amarillo al verde y del verde al azul, en un escenario del cual surgió el cantante que el personal esperaba con ansias; se hizo la noche, se hizo la música, el aullido colectivo, se hizo una vela perpetua con los celulares de miles de asistentes para ver a Post Malone, la noche, su noche del 5 de septiembre de 2023. 

Después de una fuerte lluvia ―que bañó las calles por donde caminaron cientos de jóvenes que llegaron al Foro Sol, sea Viaducto o Churubusco, algunos en autos, otros en metro, microbús o taxi―, las generaciones veinteañeras y treintañeras se dejaron caer al sitio de encuentro, al aire libre, tal como lo es la juventud, para saltar de emoción desde la primer canción, Better now, y quienes tenían su cerveza apuraron el primer trago, porque comenzó la vida, ver a Post frente a sus músicos, detrás de una escenografía que constantemente cambiaba de colores y de formas: una montaña que se ondulaba como un mar en tranquilidad, fuego que sale del piso y se lanza hacia arriba en señal de fuerza, el humo que cubre el escenario para que, al esparcirse, el cantante retomara su presencia hecha a imagen y semejanza de la noche, con los tatuajes en el rostro, la barba a medio crecer y el deseo de dar toda su carga musical agradeciendo a sus fans que entre canción y canción no dejaron de gritar Posty, Posty, Posty. ¿Qué no dicen Porky?, pregunta un joven a la novia que está a nuestro lado, y ésta ríe que te ríe, ¿cómo crees que Porky? Es Post Malone.  

Visto desde arriba del Foro, parecen hormigas los fans de la planta baja, para ver de cerca al neoyorquino que vino a lo que vino, a cantar mucho y hablar poco, así que se arrancó con Zack and codeine; en las gradas, se tararea, se hablan al oído y se embelesa la gente viendo a las dos pantallas gigantes; en tanto que el grupo de amigos se mira entre sí, sonríe, grita, chifla, aplaude, con el cel grabando audio y video, enviando fotos en caliente, en tiempo simultáneo: “Estoy aquí en el Foro Sol viendo a Post Malone!!!” 

Y ahí estábamos la prensa del Colegio de Bachilleres haciendo historia musical después de una odisea en el metro para llegar, aplastados sin la menor esperanza de respirar a gusto hasta bajar en Ciudad de los Deportes, Puerta 6, sobre Viaducto, atravesar filtros, dos revisiones, ver la vendimia de playeras, volver a caminar en redondo, tal como está trazada la Deportiva, el Autódromo, y luego subir tantos escalones como para llegar al cielo, pero que por fortuna lo detiene el techo de las gradas, en donde ya está lleno por quienes cantarían Candy Paint, y harían los honores a Congratulations, con esa voz delgada de Post que dobla el cuerpo, se estira y se seca la barba del sudor que le chorrea desde la cabeza y le recorre los tatuajes del rostro, el cuello y los brazos y con más discreción la espalda para decir que le encanta la Ciudad de México. 

Mira, dice un amigo al otro, y Malone saca una bandera mexicana y la extiende, no es muy grande, pero eso basta para que los gritos y los chiflidos a favor suenen en todo el Foro, luego se pone un sombrero mexicano, color beige con vivos en verde, blanco y rojo, diciendo “gracias”, en español, agradece a los mexicanos que lo han recibido muy bien, quiere a México, quiere a todos, porque es la noche de Malone, porque desde que empezó se hizo la luz, se encendieron miles de celulares, corrió la cerveza con parsimonia, se movieron los cuerpos al ritmo que marcó el cantante para decirnos que Post no es tan Malone, como decían los vendedores de impermeables que sobre la avenida estaban extendidos, “Malone no es tan malone, es buenone”, decía una joven ambulante mientras miles de personas pasaban para llegar aquí donde estamos en esta noche de septiembre, con el neoyorquino haciéndolos cantar y mostrando su capacidad de convocatoria, y las luces siguieron entre rola y rola, Circles, Mourning, Hollywood dreams, entre otras, que hicieron el sueño de los asistentes y también del ídolo, porque, indiscutiblemente, fue la noche de Malone. 

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